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Phillis Wheatley, de esclava a escritora

Escritores con historia

Phillis Wheatley
Estatua de la escritora Phillis Wheatley, Boston

En ente post inicio mi serial “Escritores con historia”, en donde pretendo homenajear a aquellos obreros que página a página construyeron los cimientos de la literatura que hoy conocemos. Ellos dispararon palabras más certeras que las balas.

La vida, el arte, las relaciones, el amor, la lucha o la amistad, no entienden de género ni raza -o no debería-. Sin embargo, los seres humanos tienen la necesidad innata de señalar y excluir al diferente.

La historia que hoy os traigo bien podría darse en nuestro siglo. En la época convulsa en la que vivimos, donde los populismos y los extremos ideológicos chocan frontalmente. En pleno siglo XXI, el racismo, el machismo y la xenofobia resurgen con fuerza.

Las vallas, las concertinas, la posverdad -que penaliza al inmigrante- cala profundamente en nuestra sociedad.

Tanto jóvenes como adultos entrados en canas disparan al indefenso, al que a ojos del interesado y del engañado causan todo el mal. Las brujas y los esclavos ya lo sufrieron. Una vez más todo se repite.

Phillis Wheatley, la mujer que demostró a los estadounidenses que el cerebro y los sentimientos no entienden de color.

Una infancia de novela histórica

Phillis nació en Senegal allá por el 1753. África por entonces se había convertido en la fábrica de esclavos del mundo occidental…y ella no pudo escapar a su destino.

Era difícil hacerlo. La demanda europea estaba disparada, cada vez eran más los empresarios y ciudadanos que requerían de manos fuertes para el campo y para la atención del hogar.

Tan lucrativo era el negocio de la venta de personas que comenzaron a surgir grandes grupos de “cazadores”, que sustraían libertades secuestrando a cualquier individuo que pudiera ser de utilidad. De esta manera, con el tiempo el continente africano fue transformándose en el mayor centro de producción esclavista del mundo. También en un mercado, como cualquier plaza, donde los compradores elegían su producto.

Para sus amos no eran personas, valían lo que trabajaban.

Gambia

Con 7 años nuestra protagonista vivía con su familia en Gambia, un territorio convulso explotado por Francia, pero cuya posesión se disputaba con Inglaterra.

La escritora a la que robaron el nombre

¿Su nombre? Se lo robaron, al igual que su infancia.
Fue capturada en 1760 y llevada a los Estados Unidos en un barco que probablemente portase a otros niños como ella, al que llamaban “Phillips”.

Boston, la ciudad más poblada de la américa británica, fue su destino. En su mercado esclavista fue vendida como si fuese un animal. La desnudaron, le miraron los dientes y palparon su piel.

John Wheatley fue el mercader que la compró y le dio su apellido, y el barco en el que viajó a tierras americanas su nombre. De ahora en adelante sería conocida como Phillis Wheatley.


La primera escritora negra


El inglés no era su lengua materna pero pronto comenzó a dominarlo. Dentro de lo que cabe tuvo mejor suerte que los cautivos que fueron vendidos al sur, donde la esclavitud era mucha más dura que en el norte.

Sus “amos” vieron su potencial y le facilitaron cierta formación. La suficiente para aprender a leer y a escribir. Ya con trece años redactaba sus primeros poemas, dejando a propios y a extraños boquiabiertos.

En esos años una buena parte de la población americana era analfabeta y era un hecho insólito que una niña de su posición social pudiese juntar dos letras.

Su primer libro

Siguió escribiendo sin cesar, dejando constancia de sus pensamientos y sentimientos. Pero cuando publicó su primer libro fue acusada de plagio, ya que nadie se creía que una esclava negra pudiera escribir con esa pericia.

Juicio racista y machista

Fue interrogada en un tribunal. Un procedimiento inusual en el que más de una docena de ciudadanos ilustres, obviamente blancos y de sexo varón, le hicieron leer diversos pasajes de la biblia. Además parece que tuvo que recitar algunos textos de memoria de poetas romanos e ingleses.

Luego le hicieron jurar que los poemas que había escrito eran verdaderamente suyos y no copiados.

Pasó un largo examen y convenció al tribunal. Era una mujer negra, era una mujer esclava y era una mujer poeta: la primera escritora negra de los Estados Unidos de América.

Poemas sobre varios asuntos

Su poemario fue alabado por uno de los padres de la nación: George Washington, que en aquel momento comandaba el ejército continental revolucionario en la Guerra de la Independencia. Otros como Thomas Jefferson nunca la aceptaron, una persona negra no podía tener pensamiento propio.

Como lamentablemente le ha sucedido a muchos escritores nunca pudo vivir de su arte. Murió sumida en la pobreza a los 30 años, habiendo dedicado la mayor parte de su vida a trabajar de sirvienta.

La suerte siempre le fue esquiva, pero demostró a toda una nación que la pasión y la intelectualidad no entienden de género ni de color.

Consiguió el primer reconocimiento de la igualdad intelectual de negros y blancos


Cuando se examinó en las cortes su capacidad literaria ante los intelectuales de Boston, se concluyó que ella era autora de todos los poemas de su libro. Para que todo el mundo lo supiera firmaron un certificado que lo acreditaba y que fue incluido en su libro “Poems on Various Subjects, Religious and Moral”.

Este hecho se considera el primer reconocimiento en la historia de los Estados Unidos de la igualdad intelectual entre personas blancas y negras. Un hecho muy importante que dejó en evidencia a aquellos que defendían con argumentos “científicos” y “religiosos” la desigualdad entre razas. En un país en donde los esclavos eran considerados poco más que cosas.

Para muchos Phillis fue la mecha que prendió la lucha por los derechos de los negros y de la igualdad racial.

Poemas de Phillis Wheatley

Los poemas de Phillis Wheatley son eminentemente cristianos. Seguramente se deba a la educación puritana recibida en Boston, muy alejada de la que hubiera recibido en su país de origen. No obstante, también trata otros temas.

Aquí dedica unas líneas a su viaje desde África y a Washington.

Sobre la esclavitud

“Fue la gracia en la que me trajo desde mi tierra pagana,
le enseñó a mi ignorante alma a entender
que hay un dios, que hay un salvador también:
Antes no he buscado ni conocía la redención.
Algunos ven a nuestra oscura raza con ojo desdeñoso,
“Su color es un hito diabólico.”
Recordad, cristianos, negros, tanto como Caín,
pueden ser refinados y unirse al angélico tren”.

Al glorioso Washington

“Arco propicio mientras mi pluma se relaciona.
Cómo vierten sus ejércitos a través de mil puertas,
Como cuando el rostro justo de Eolo se deforma,
en tempestad y en una noche de tormentas;
siente el alboroto salvaje,
Las oleadas de reflujo golpearon la orilla que sonaba;
O piensa como se va en el reinado dorado de otoño,
Tales, y tantas, mueven el tren del guerrero.
En brillante arreglo buscan la obra de guerra.
Donde el alto desplegaba las ondas del aire en el aire.
¿Voy a Washington a recitar sus elogios?
Basta de conocerlos en los campos de lucha…
Tu acción siempre deja que la diosa guíe.
Una corona, una mansión y un trono que brilla.
Con el oro sin desaparecer, WASHINGTON! Ser tuya”

En definitiva, Phillis Weatley fue una escritora que merece la pena recordar. Es un ejemplo más de que la literatura puede conquistar mentes e influenciar pensamientos.

Su nombre, aunque muchos quisieron olvidarlo, ha inspirado a generaciones y generaciones para luchar por la igualdad racial en los Estados Unidos de América.

Una muestra más de que no todos nacemos con estrella, pero eso no nos quita las necesidades de contar lo que no sale de dentro.

Su vida da para una novela histórica, pero mientras llega aquí está mi reconocimiento. Phillis Wheatley, esa gran mujer que superó todas las adversidades, aunque nunca la dejaron vivir como se merecía.

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